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El espacio de trabajo

¿Es realmente rentable contratar un diseñador de interiores para crear o transformar mi espacio de trabajo?

Estoy seguro de que buena parte de los empresarios de este país (no tanto de otros países) se realizan habitualmente esta pregunta antes de lanzarse a la “aventura” de diseñar, reformar o actualizar sus espacios de trabajo. Me gustaría tener la suficiente capacidad de síntesis y de transformación para en unas líneas poder despejarles completamente estas y otras dudas sobre lo “divino y lo humano” de nuestra profesión, sobre lo profundo y lo banal de unos creadores de espacios donde por encima de la estética, es fundamental la operatividad, la rentabilidad, la ergonomía y el confort en el puesto de trabajo, y si todo esto es técnica o inspiración.

 

DISEÑAR UN ESPACIO DE TRABAJO

Diseñar un espacio de trabajo, no supone como es lógico, distribuir una serie de sillas y mesas en una planta más o menor coherente y dotar el entorno de los elementos necesarios para conseguir que sea bello. Hasta aquí sería fácil y evidentemente poco podríamos aportar como profesionales. Cuando se nos plantea el reto del diseño de un espacio de trabajo sea en la vertiente que sea, oficinas, cadenas de producción, talleres, espacios de venta, etc. Es tal la cantidad de aspectos técnicos y logísticos que se deben estudias y proyectar, que su simple enumeración casi asusta.

La mayoría de estos análisis, con toda seguridad, pasarán totalmente desapercibidos a cualquier observador posterior del trabajo una vez finalizado, con tal de que haya quedado más o menos “bonito” pero es importante enumerar algunos de ellos que el profesional debe conocer y analizar previamente a la redacción de su proyecto, y así cabría destacar, como no, la disposición en planta, orientación , iluminación , cromática, acústica, ergonomía, confort, climatización, circulaciones, seguridad, materiales, cargas térmicas, CPI, telemática, ofimática, mantenimiento, comunicaciones, imagen corporativa… y sobre todo rentabilidad.

Sobre la rentabilidad en el espacio, sin restar importancia a los demás, me gustaría reflexionar, y hacer reflexionar al lector de este artículo ya que, con toda seguridad, es un de los aspectos de mayor relevancia para el responsable de recursos de una empresa, Organismo Oficial, entidad pública o privada o simplemente un pequeño despacho profesional.

 

¿CÓMO CONSEGUIR LA MÁXIMA RENTABILIDAD EN LOS PUESTOS DE TRABAJO?

Descartada a “magia” solo cabe la técnica, y esa técnica existe y los profesionales del diseño de interiores tenemos la obligación de conocerla y saber aplicarla. Sólo de este modo conseguiremos diseñar puestos de trabajo de optima retabilidad por encima de las condiciones personales de cada trabajador.

Durante el año 1.998 recibimos en nuestro estudio el encargo de una Entidad financiera con sede en Madrid sobre la realización de un estudio, no solo estético sino ergonómico y de rentabilidad de varias Direcciones y Sud-direcciones generales de entre 90 y 120 puestos de trabajo cada una. El encargo no se fundamentaba en el aspecto estético de las instalaciones, que por supuesto también, ya que la mayoría de ellas difícilmente recibía visitas del exterior. Se venía observando que buena parte de los trabajadores, la mayoría de ellos de los que llaman ‘Back Office’, se sentían desmotivados, apáticos y con cierta ansiedad, sobre todo, cuando se acercaba la hora de marcharse, con largas y frecuentes interrupciones y abandonos esporádicos del trabajo, destacando un absentismo laboral superior a la media general de la entidad. Así se nos transmitió, y la verdad sea dicha, así lo entendí nada más ver las instalaciones y las condiciones de trabajo.

De acuerdo con los responsables de cada departamento, se seleccionaron en cada una de las salas a determinadas personas en las que se daban con frecuencia estos síntomas descritos. Durante un periodo de tiempo de unos 45 días aproximadamente, y sin que los afectados supieran que estaban siendo observados, se cuantificaron en unos cuadrantes de producción las consecuencias de estas “patologías” (que así les llamaron los responsables).

 

Tras la presentación y aprobación de nuestro proyecto, comenzamos a actuar en cada una de las salas, dotándolas de nuevos materiales de baja transmisión acústica, sustitución de mobiliario, colorido de paramentos más ergonómico, climatización adecuada, nueva disposición en planta con aplicaciones del ‘Open space’ al que tan reacios son los trabajadores de las entidades de este tipo, demasiado acostumbrados a la incontrolable y segura “despachitis”. Y muy importante, la iluminación que al contrario de lo que digan los más elementales prontuarios al uso, no consiste en que la sala tenga 500 lúmenes en su totalidad, sino que cada espacio debe estar dotado de la iluminación adecuada para cada actividad, tamizándola en las zonas en las que se trabaja con las pantallas de ordenador, potenciándolas en las zonas de circulación o dotándolo de iluminación puntual donde se necesita mayor concentración y abstracción del resta de la sala, así como , tratando de que la mayoría de los puestos puedan tener contacto visual con el exterior, en lugar de priorizar la ubicación de despachos cerrados en los grandes ventanales.

 

Los resultados fueron tan espectaculares que nos sorprendió a todos, sobre todo a los responsables de recursos humanos, ya que en un 35% de los casos los síntomas desaparecieron totalmente, en otro 57% se redujeron notablemente, aumentando la productividad de los departamentos de forma generalizada e inmediata. Con lo cual pudimos deducir que no se trataba de la actitud de los trabajadores, sino que ésta estaba provocada por un inadecuado entorno de trabajo, si bien también hay que decir que existió un 8% que continuó con las mismas patologías, tomándose las medidas oportunas de traslado, cese o prejubilación anticipada. Lo cual, según me comentaron posteriormente, agradecieron en su mayoría, ya que realmente a estos trabajadores no les gustaba ni su puesto ni su trabajo.

 

El estudio sobre la productividad y bienestar de los trabajadores resultó muy práctico para calcular la producción y rentabilidad de los puestos de trabajo con la aplicación de los recursos técnicos y estéticos del diseño de interiores. Estos estudios aún se vienen aplicando en esta entidad y en otras muchas.

 

Me gustaría concluir habiendo transmitido al sufrido lector que ha llegado hasta estas líneas, que los Diseñadores de Interiores no somos, aunque muchos se empeñen en parecerlo y otros se empreñen en que lo seamos, esos individuos más o menor excéntricos que ponemos plantitas y cortinas en los espacios creados por otros profesionales, y que el resultado de un buen diseño interior no es solo consecuencia del genio creador de un “iluminado” sino la preparación y la aplicación de los conocimientos de un buen técnico facultativo. La magia que transmita ese espacio, se la dejaremos al usuario.

 

Autor: Tono Lledó

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